Oracion para el día
Señor, ten piedad de nosotros;
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, escúchanos;
Cristo, escúchanos.
Dios, el Padre del Cielo;
ten piedad de nosotros.
Dios, el Hijo, Redentor del mundo;
ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo;
ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, Un solo Dios;
ten piedad de nosotros.
V. El justo brotará como el lirio,
R. Y florecerán para siempre delante del Señor. Aleluya
Santa María, Madre de Dios
ruega por nosotros.
Santa María, consoladora de los afligidos,
ruega por nosotros.
San Vicente de Paúl,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que a la edad más tierna mostraba una sabiduría más madura,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que desde tu infancia estuvo lleno de piedad y compasión,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que como David, de simple pastor se convirtió en gobernante y pastor del pueblo de Dios,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que en tu cautiverio por piratas turcos preservaron la libertad perfecta,
ruega por nosotros.
San Vicente, el hombre justo, que vivió por la fe,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre apoyados en el firme ancla de una esperanza cristiana,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre encendida con el fuego de la caridad perfecta,
ruega por nosotros.
San Vicente, verdaderamente sencillo, recto y temeroso de Dios,
ruega por nosotros.
San Vicente,
verdadero discípulo de Jesucristo, siempre manso y humilde de corazón,
ruega por nosotros.
San Vicente,
perfectamente mortificados en el corazón y la mente,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre animado con el espíritu de Nuestro Señor,
ruega por nosotros.
San Vicente,
generoso conservador de la gloria de Dios,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre ardiendo por dentro y siempre transportado por fuera con celo por las almas,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que en la pobreza cristiana encontró la perla preciosa y el rico tesoro del Evangelio,
ruega por nosotros.
San Vicente,
como a los ángeles en tu pureza,
ruega por nosotros.
San Vicente,
fieles en obediencia y victoriosos en palabra y obra,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que voló por la más mínima aparición del mal,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que en todas sus acciones aspiró a la práctica de la virtud perfecta,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que permaneció como una roca en medio del mar tormentoso de este mundo,
ruega por nosotros.
San Vicente,
invencible entre las flechas de la adversidad,
ruega por nosotros.
San Vicente,
tan paciente en el sufrimiento como indulgente en el perdón,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre dócil y obediente hijo de la Santa Sede,
ruega por nosotros.
San Vicente,
y las sutiles palabras de los herejes,
ruega por nosotros.
San Vicente,
destinado por una Providencia especial a anunciar el Evangelio a los pobres,
ruega por nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, escúchanos;
Cristo, escúchanos.
Dios, el Padre del Cielo;
ten piedad de nosotros.
Dios, el Hijo, Redentor del mundo;
ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo;
ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, Un solo Dios;
ten piedad de nosotros.
V. El justo brotará como el lirio,
R. Y florecerán para siempre delante del Señor. Aleluya
Santa María, Madre de Dios
ruega por nosotros.
Santa María, consoladora de los afligidos,
ruega por nosotros.
San Vicente de Paúl,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que a la edad más tierna mostraba una sabiduría más madura,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que desde tu infancia estuvo lleno de piedad y compasión,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que como David, de simple pastor se convirtió en gobernante y pastor del pueblo de Dios,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que en tu cautiverio por piratas turcos preservaron la libertad perfecta,
ruega por nosotros.
San Vicente, el hombre justo, que vivió por la fe,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre apoyados en el firme ancla de una esperanza cristiana,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre encendida con el fuego de la caridad perfecta,
ruega por nosotros.
San Vicente, verdaderamente sencillo, recto y temeroso de Dios,
ruega por nosotros.
San Vicente,
verdadero discípulo de Jesucristo, siempre manso y humilde de corazón,
ruega por nosotros.
San Vicente,
perfectamente mortificados en el corazón y la mente,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre animado con el espíritu de Nuestro Señor,
ruega por nosotros.
San Vicente,
generoso conservador de la gloria de Dios,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre ardiendo por dentro y siempre transportado por fuera con celo por las almas,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que en la pobreza cristiana encontró la perla preciosa y el rico tesoro del Evangelio,
ruega por nosotros.
San Vicente,
como a los ángeles en tu pureza,
ruega por nosotros.
San Vicente,
fieles en obediencia y victoriosos en palabra y obra,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que voló por la más mínima aparición del mal,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que en todas sus acciones aspiró a la práctica de la virtud perfecta,
ruega por nosotros.
San Vicente,
que permaneció como una roca en medio del mar tormentoso de este mundo,
ruega por nosotros.
San Vicente,
invencible entre las flechas de la adversidad,
ruega por nosotros.
San Vicente,
tan paciente en el sufrimiento como indulgente en el perdón,
ruega por nosotros.
San Vicente,
siempre dócil y obediente hijo de la Santa Sede,
ruega por nosotros.
San Vicente,
y las sutiles palabras de los herejes,
ruega por nosotros.
San Vicente,
destinado por una Providencia especial a anunciar el Evangelio a los pobres,
ruega por nosotros.
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